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Federico Herrero y Nicolás Francisco Herrero, directores y profesores de teatro, especialistas en artes y ciencias del actor, al término de una de sus clase de actuación, en el marco del Festival Internacional de teatro de Lovaina, charlaron de arte dramático con los alumnos e invitados presentes, a continuación contenidos de la charla desde mi punto de vista.


Los directores, aclaran que el sentido de estas reflexiones, es generar el al artista de arte dramático, absoluta libertad para su creación, el teatro hasta nuestros tiempos ha sido sustentado desde el punto de vista de la creación, con reglas que no siempre estimulan la creatividad del artista, y a veces sí, la sugerencia es: investigar.


Federico Herrero, afirma, en la primera parte de la charla, desde un punto de vista básico, una historia, una obra de teatro, tiene lugar cuando alguien quiere algo y otro no quiere que la obtenga.


A partir de ese momento, a través de diferentes digresiones, todos los elementos de la historia se ordenan alrededor del conflicto central.


Los directores responden a una pregunta de un alumno presente: la teoría del conflicto central, podemos agregar, excluye de igual modo las así llamadas escenas mixtas: una comida ordinaria interrumpida por un incidente incomprensible -sin razón ni rima, sin consecuencia-.


Peor aún, no hay ahí lugar para escenas compuestas de sucesos en serie, varias escenas de acción se suceden, sin por ello continuarse en la misma dirección.


Ahora bien ¿dónde está el origen de todo esto?


El origen ideológico-estético de la teoría del conflicto central puede encontrarse a fines del siglo XIX, esta teoría se convierte no sólo en el esquema de toda narración teatral, sino también en el esquema que impera en todas las formas de ser del hombre moderno; y aquí ocurre algo curioso: se ha llegado al punto en que los sistemas narrativos están influyendo en la manera de ser y de actuar de la gente; la gente se inspira en las películas para hacer cosas.


Hemos llegado a un punto en el que el arte, y en particular el teatro y el cine, ha vuelto a cumplir la función que alguna vez tuvo: la de engendrar formas de vida; no sólo individuales, sino colectivas e institucionales, en tanto configura no sólo un discurso, sino también una fuerza productora de realidades o al menos de relatos.


Federico Herrero y Nicolás Francisco Herrero, y el siguiente concepto: uno de los supuestos ideológicos en los que se funda la teoría del conflicto central, es a partir de la creencia de un mundo armónico y en una sola historia posible para el universo -al modo determinista, los directores sugieren atención a los autores y creadores atención a las pequeñas historias, contenidas en la gran historia, un rechazo del racionalismo de la modernidad en favor de un juego de signos y fragmentos, de una síntesis de lo dispar, de dobles codificaciones. el director debe estar atento a introducir pluralidad, multiplicidad y contradicción, duplicidad de sentidos y tensión en lugar de inerciales códigos narrativos, tiranizados por el principio de identidad y de no contradicción.


Nicolás Francisco Herrero, autor y director de obras formidables: "Evento teatral", "Egomanipulación", "Psicoimpact", entre otras, afirma : la teoría del conflicto central tiende a hacernos creer que el mundo tiene una cierta armonía y que esta armonía es alterada por la violencia de la voluntad de atacar a otro para conseguir algo, yo quiero algo, si quiero algo trato de hacerlo, siempre alguien se opondrá, yo me llamo protagonista, el que se opone se llama antagonista; luchamos, esta lucha se agudiza, mientras más se agudiza todo lo que pasa en torno a la película u obra de teatro se va concentrando. Uno se va interesando en esto, uno quiere saber si ganará uno u otro, para esto, claro
está, hay un complejo sistema de normas acerca de curvas de crisis, de clímax.

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